Foro Juan Rulfo

domingo, 28 de noviembre de 2010

Terminó el segundo seminario

Terminó ya el Seminario para la Reflexión Docente II y nuevamente quedo satisfecha de haber participado, pero debo decir que se complicó más que el primero. El semestre fue corto y accidentado y ello dificultó las lecturas. No todas las pude leer con la profundidad debida y algunas, por momentos, me resultaron repetitivas, aunque sirvió para comprender mejor asuntos abordados con anterioridad.
Recuerdo haber planteado en el cierre del primero que varios de nosotros quizá esperábamos recetas para mejorar nuestra práctica profesional, pero esta vez la sensación fue distinta. Supongo que vamos comenzando a cambiar paradigmas, fue más sencillo pensar las cosas como un proceso y no presionarme, ni a los jóvenes, con el cumplimiento cabal del programa de estudios.
Me quedo con cantidad de cuestiones por resolver: ¿Cómo lograr que los estudiantes se asuman a sí mismos como tales? Aunque evidentemente ahora considero al estudiante docente y al docente estudiante. ¿Cómo hacer que reflexionen su propio proceso en el poco tiempo que tenemos juntos? Dando por sentada la existencia del aula-mente-social y de la no finitud del proceso. ¿Cómo sembrar, al menos, una semilla que germine, a pesar de que no nos toque ver crecer la planta? ¿Será posible?
En el primer seminario me asombró la importancia que el Pensamiento Complejo atribuye al otro y en este me impresionó la selección del personal que hizo Morin en Plozévet pues consideró más que su currículo, su calidad humana. Me maravilla pues somos humanos trabajando con humanos, pretendiendo educarlos y transmitirles parte de nuestra experiencia, eso sin duda es una responsabilidad enorme y lo es más si contemplamos nuestra propia humanidad.
Y así pues, a pesar de lo accidentado del semestre y de lo complicado que resulta leer tanta teoría, debo decir que comencé a ver cambios; si bien estos no son tan rápidos como los que se perciben en talleres cuya intención es resolver asuntos prácticos e inmediatos, tengo la plena certeza de que serán más profundos e irán mucho más allá de lo meramente profesional. Vaya por eso mi eterno agradecimiento a Rocío pues sembró una semilla, espero logremos verla crecer juntas; vaya también un reconocimiento a los compañeros del seminario porque sus ideas, sus dudas y sus risas han contribuido a germinarme en este nuevo proceso.

domingo, 3 de octubre de 2010

Y la odisea comenzó…

Menuda tarea la de educar en la Era Planetaria… Quizá no exagero si digo que deberemos revisar todo lo que habíamos creído para comenzar a cambiar. ¿Cómo he pensado siempre que debe ser un profesor? ¿He pensado que debe o no establecerse un vínculo entre estudiantes y docentes? ¿Cómo sería ese vínculo? ¿Cómo concibo el conocimiento? ¿Cómo supongo que se da la construcción del conocimiento en mí y en los otros? ¿Cómo he supuesto que debe darse el desarrollo de los estudiantes y el propio? ¿Cómo es la institución para la que trabajo? ¿Cuáles sus políticas? ¿Educo éticamente?
Después de leer los dos capítulos recuerdo lo que les decía alguna vez en una sesión del seminario: parece ahora que lo menos importante es la Literatura, es como si ésta debiera ser un pretexto para generar conocimientos distintos a lo que había creído. No sólo informar sino formar, pero no como ha sido tradicional en Occidente sino tratando también de alimentar la segunda hélice a la que se refieren los autores.
Abrir paso a la crítica, la solidaridad, la comunidad, los objetivos compartidos y sabiendo que el esfuerzo nunca nos llevará a la meta sino que cada día es apenas el comienzo de algo que no sé qué será.
Y además reconocer que siempre estará la primera hélice contraponiéndose a la segunda y que ello, lejos de ser adverso o un pretexto para el lamento, será un campo de cultivo de donde algo nuevo podrá surgir.
Seguro que muchas veces no veremos el resultado de nuestro esfuerzo y del trabajo cotidiano, pero, como dice el autor, si nos convertimos en topos y trabajamos nuestras propias galerías subterráneas, además de lo colectivo, algo aportaremos para la planetarización.
La odisea de la humanidad comenzó sin que nosotros siquiera hubiésemos estado en el panorama y seguirá y seguirá. No hay escapatoria posible… Con o sin nosotros el proceso se da y se dará. El asunto es a cuál hélice elegimos alimentar.

Acerca del método y sus principios

Ya vimos que el método o anti-método tiene principios generativos y estrategias… aunque no necesariamente los dominamos y quizá nunca lleguemos a hacerlo. Sabemos también que el método se hará haciéndolo y será un eterno caminar hacia la construcción y reconstrucción.
Además, habrá que considerar lo incierto y el azar, supongo que es una cuestión de tratar de adaptarse a los cambios. Tendremos que abrirle paso a la contradicción y verla como parte del crecimiento pues en tanto hay un conflicto se hace necesario cambiar, así se equilibra el sistema: de la tensión que surge entre las contradicciones se generan las oportunidades de cambio.
Una de las intenciones será producir recursos para auto-organizarnos y esa producción de recursos necesariamente deberá llevarnos a producir más recursos hasta lograr ser autónomos sin dejar de depender de los otros. Quizá el seminario es un buen ejemplo de este proceso, pues en él se generan recursos y se muestra la dependencia que tenemos de los otros para ser autosuficientes. Reconocer al otro nos llevará a incluir lo distinto, a complementarnos, a ser antagónicos y a coincidir.
Deberemos ser los protagonistas del conocimiento pues somos quienes lo vivimos y estaremos siempre en proceso. Además de protagonizar nuestro aprendizaje deberemos estar en vigilancia constante del paradigma y no simplificar. Así podremos educar para salir de la desarticulación y de la fragmentación.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Círculo vicioso

En el capítulo 1 de Las epistemolgías constructivistas el autor trata de dar a conocer cómo cada época define lo que entiende por conocimiento y la manera en que éste se construye. Hay lo que llama una “epistemología institucional”, una entidad que marca lo que debe saberse y cómo debe saberse. El autor pone en evidencia que los integrantes de esa institución no suelen preguntarse si ese conocimiento y la manera de obtenerlo son válidos o no. Se da una especie de “contrato social” respecto a la producción del conocimiento; esto me suena a un pacto tácito, pocos se preguntan o cuestionan las pautas marcadas por esas instituciones. E incluso (críticos y no críticos) podemos protegernos tras la institución. ¿No hemos usado este mecanismo como un pretexto para no mejorar nuestra propia práctica? ¿No resulta más sencillo decir que no cambiamos algo porque la institución no lo hace primero? ¿Nos vigilamos como productores de conocimiento? El autor menciona que cuando alguien hace una crítica seria y bien fundamentada a las instituciones, éstas no prestan atención y si llegan a hacerlo, los cambios que introducen son de forma, pero nunca de fondo. Entonces parecería un círculo vicioso: si la institución no cambia el docente tampoco y si éste no lo hace, ella no lo hará. ¿Quién empezará a romper con esta dinámica? Aquí entra la complejidad del asunto. El análisis que pueda hacerse a los “paradigmas de las epistemologías institucionales” no debe ser con la intención de darnos palmaditas en la espalda y felicitarnos por lo bien que van las cosas, pero tampoco un análisis con ánimo detractor. Ni autocomplacencia, ni rebeldía adolescente. Un análisis complejo, desde varias ópticas, desde distintos puntos; encontrar soluciones y si esas no sirven, seguirse renovando.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Cambiar o no cambiar, esa es la cuestión.

“El siglo del conocimiento puede ser el siglo de la ceguera” resulta un recuento de lo visto durante el primer seminario. El autor menciona, entre otras cuestiones, cómo el cúmulo de información que hay actualmente no siempre permite que ésta se digiera de manera adecuada. Parece entonces que una de las nuevas tareas del docente será regular la cantidad y calidad de información con la finalidad de que los estudiantes aprendan a hacer lo propio; habrá que guiarlos para que puedan discernir y elegir. Se trata de poner la información a nuestro favor, ésta no debe ser un producto más de consumo sino ser utilizada para la autoformación.
El artículo recuerda también cómo, a pesar del ritmo acelerado de vida que llevamos, requerimos detenernos y reflexionar para poder crecer y cambiar. Ello está íntimamente ligado a la autoevaluación; si no recapitulamos y aprendemos de nuestras propias experiencias, entonces no seremos capaces de cambiar nuestra práctica docente y, dicho sea de paso, tampoco asuntos personales.
Entonces, si pensamos un poco veremos que vivimos una época, nacional y laboralmente hablando, muy difícil. Ésta puede ser una oportunidad para comenzar a cambiar o para regresar a viejos patrones. ¿Qué elegimos? ¿Le damos cabida a la incertidumbre o dejamos de movernos hasta quedar absolutamente estáticos y anquilosados?

sábado, 7 de agosto de 2010

Fin del primer Seminario

No resulta simple enumerar lo que me dejó el Seminario pues fueron varias cuestiones. Quizá lo primero que se me viene a la mente es el Pensamiento Complejo como tal. Si bien apenas tuvimos un primer acercamiento a éste, me sorprendió que hablara de la vida como un aprendizaje constante que a su vez es un proceso permanente de cambio. Me maravilló cuando me di cuenta de lo esperanzadora que resulta esta corriente; siempre se puede cambiar, siempre se puede mejorar. Tal vez la parte más complicada es vernos, reflexionar acerca de nosotros mismos, conocernos y aceptar el reto de mejorar sabiendo que jamás seremos perfectos ni estaremos acabados.
Otro de los asuntos que me dejó el Seminario tiene que ver con la importancia que el Pensamiento Complejo da a los otros, al entorno. Estar ahí, como parte de un grupo, me hizo conocer más al resto de los participantes, pero también a mí misma. Valoré nuevamente toda la responsabilidad que implica ser profesor y lo apasionante que puede resultar esta actividad. Me descubrí haciendo empatía con muchos de mis colegas en su visión de la educación, en sus pasiones y en sus miedos.
Considero que el objetivo que Rocío Ornelas nos planteó desde el principio se cumplió pues éste nunca fue desmedido: a partir de lecturas comunes intercambiamos ideas que nos llevaron a reflexionar acerca de nuestra práctica docente. Tal vez resulte impactante no salir del Seminario con soluciones simples ni recetas mágicas, sino con muchas cuestiones por solucionar, he ahí la complejidad; sin embargo, la oportunidad de evaluar nuestro qué hacer me parece un gran regalo, será responsabilidad de cada uno de los participantes decidir qué hará con lo aprendido, con lo desaprendido, con las dudas, las preguntas y su propio proceso.

martes, 6 de julio de 2010

La receta es que no hay receta.

El artículo Investigando el propio accionar educativo en el contexto del pensamiento complejo se me dificultó un poco al principio, pero finalmente descubrí por qué y fue muy divertido. De acuerdo a mi lectura el autor habla de que la investigación, vista desde la complejidad y no desde donde estamos habituados a comprenderla, es una forma muy efectiva de aprender.
Retoma ideas por nosotros conocidas en el seminario: el proceso de aprendizaje no se da únicamente en el aula sino en todo espacio y ese sitio es el aula-mente-social. Dice que la intención sería manejar estrategias complejas para resolver problemas educativos. Se trata de llevar a los estudiantes a descubrir su propia curiosidad para que ésta les permita aprender y generar estrategias que les funcionen a ellos. Habla de la educación como una herramienta que nos lleve a la libertad, a la posibilidad de elegir, cuestión que, dicho sea de paso, implica responsabilidad.
Hay un fragmento que me dio la clave del artículo: “¿cómo hacer que el docente continúe mejorando su propia práctica pedagógica, de tal manera que logre generar un cambio de su acción involucrando la participación de todos los actores educativos?” (p. 88) Al leerlo comprendí por qué no lo había entendido: el autor hace un llamado a investigar la práctica educativa y yo estaba esperando la receta. A cambio recibí una pregunta, un problema complejizado porque no da respuestas, porque genera incertidumbres que me corresponderá resolver investigando mi ser docente, mi ser humana y mi ser tantas cosas; del todo a las partes y de éstas al todo, ida y vuelta para volver a empezar.

martes, 29 de junio de 2010

Yo espero, tú esperas... No desespero, no desesperes...

La idea central de “El efecto educativo de las expectativas” es que al comienzo de un nuevo ciclo escolar todos nos generamos expectativas. Además, para los estudiantes recién llegados hay mucha tensión porque están enfrentándose a una situación totalmente nueva y no tienen la certeza de ser aptos para poder sobrellevarla. El llamado es para que los docentes reflexionemos y consideremos este hecho en nuestra práctica y con ello colaborar a la integración de los muchachos a su nueva experiencia.
Durante nuestros primeros contactos con los estudiantes comenzamos a generarnos expectativas y podemos decir que casi los “clasificamos”, ello hace que los tratemos de maneras determinadas. De algunos suponemos que no serán capaces de aprender y ellos reciben ese mensaje y cumplen la profecía. La idea es entonces tratar de no generarnos expectativas bajas sino hacerles ver que confiamos en que podrán aprender y enviar un mensaje motivador.
En términos generales, estoy de acuerdo con la propuesta; sin embargo, me ha sucedido que me genero expectativas altas y eso resulta contraproducente. He tenido estudiantes de quienes creo serán capaces de aprender y de dar más de lo que suelen dar y después veo que se han sentido presionados. ¿Cómo logro estimularlos sin generarme expectativas tan altas que los lleven a frustrarse? Supongo que tendré que buscar la manera de regular eso y leer mejor a los estudiantes, no todos estamos listos para que nos muevan de nuestra área de seguridad.
Este texto también resalta la importancia de conocer más a los estudiantes y relacionarnos con ellos interesándonos en sus asuntos. Esta parte resulta vital para un modelo como el nuestro en el que además, somos tutores. Aunque considero que no debemos perder de vista que las relaciones no son responsabilidad de una sola parte sino de quienes están vinculados en ella. No hace mucho escribía acerca de que somos humanos educando a humanos y veo ahora que no vamos a poder conocer a nuestros estudiantes si no nos conocemos a nosotros mismos y no nos dejamos conocer, si no mostramos nuestra humanidad con sus altas y sus bajas. Así pues, todos nos generamos expectativas, pero la cuestión es ponerlas a favor del crecimiento conjunto y no en contra. Por eso digo: yo espero, tú esperas... No desespero, no desesperes. Paciencia y a trabajar.

lunes, 28 de junio de 2010

Las tecnologías

En "Y la tecnología cambió los escenarios o el efecto Pigmalión se hizo realidad" los autores reflexionan acerca de los cambios que trajo consigo el surgimiento de una sociedad industrial en el campo educativo. Se requirió instaurar un sistema educativo básico, al parecer, con la intención de capacitar a los trabajadores, más que con un afán educador en un sentido amplio, con la finalidad de tener mano de obra capacitada.
Hablan también de los cambios que implicaron distintas tecnologías, tales como el fonoscopio, el libro y la televisión. Con estos antecedentes nos llevan a considerar lo revolucionario que resulta ahora el mundo de la informática y las nuevas tecnologías para el campo educativo. Las tecnologías se están desarrollando a una velocidad tal que no dan tiempo para hacer un análisis detenido de ellas y su influencia. Además, y esto me llama mucho la atención, hay una acumulación impresionante de información y tener acceso a ésta no necesariamente implica conocimiento ni aprendizaje.
Los docentes tendremos nuevas tareas ante este cambio: capacitarnos en el uso de las tecnologías; enseñar a discernir a nuestros estudiantes entre el tipo de información que pueden elegir como la más confiable para generar sus propios conocimientos; romper nuestras propias resistencias al uso de las TIC’s y usarlas como una herramienta más para nuestra labor.
De acuerdo a los autores, el uso de algunas tecnologías puede implicar, y de hecho ya sucede, que el aprendizaje no se dé necesariamente en una interacción directa. Ello requerirá estrategias nuevas y bien planificadas por parte de los docentes para hacer un uso crítico y creativo de las tecnologías. A pesar de mis resistencias hacia la tecnología (la más evidente es libros vs. internet), confieso que ya le estoy perdiendo el miedo y diseñando nuevas actividades (que las incluyan) para el próximo semestre.

jueves, 24 de junio de 2010

Metacognición para todos

La metacognición implica, vuelta a lo mismo, conocernos y reconocer nuestras capacidades e incapacidades. Vernos a nosotros antes que al otro, ubicar qué deseamos, a qué estamos dispuestos y lo que necesitamos para realizarlo. De acuerdo a lo leído esta semana interpreto que la misión sería lograr que los estudiantes se conviertan en seres maduros y autónomos capaces de aprender por sí mismos. ¿Podremos hacerlo? En mis días optimistas creo que sí, sin siquiera dudarlo. En los días difíciles comienzo a dudarlo, pero creo que a pesar de ello lo intento. Considero firmemente que se educa más con el ejemplo que con el discurso, se educa más con acciones concretas que con buenas intenciones.
¿Cómo podemos pretender crear seres maduros y autónomos si nosotros mismos no siempre lo somos? ¿Qué tanto asumo yo mis responsabilidades como para poder decirle a otro que lo haga? ¿Cómo venzo mis propias resistencias al cambio para compartirle al otro mi experiencia al cambiar y así mostrarle uno de los posibles caminos? ¿Cómo le digo a un joven que es apasionante aprender? ¿Reflejo ese mensaje en mis acciones? ¿Cómo le digo a un muchachito que sea autónomo y que no aprenda para cubrir la asignatura si vive en un país en donde muchos trabajan sólo para ganar un salario (algunos porque no tienen otra opción) y no se apasionan por lo que hacen? Y no se trata de ser seres perfectos, porque por fortuna esos no existen. Pero sería más sencillo reconocernos humanos para educar a humanos.
Y entonces se agolpan en mí varias ideas del pensamiento complejo sumado ahora a la metacognición. Reconozco qué quiero como profesora, aunque a veces me resulta más sencillo saber lo que no quiero. Veo que mis deseos, objetivos y metas pueden cambiar y siempre estarán cambiando. Identifico que tengo un método con tendencia a convertirse en un anti- método y que no lo tengo del todo sistematizado. Encuentro que pongo en práctica estrategias (que ignoraba que lo eran) que arrojan buenos resultados y otras como de la era de las cavernas.
Ahora soy consciente de que a partir de mis propios procesos de aprendizaje elaboro estrategias para compartirlas; sin embargo, mis estrategias personales no son necesariamente las que servirán a mis estudiantes. ¿Cómo lograr que ellos generen las suyas? Hay jóvenes, por ejemplo, que me dicen que se concentran mejor para estudiar si escuchan música. Eso a mí no me ha funcionado nunca y lo deshecho, no creo que sea posible que puedan concentrarse así. ¿Será cierto?
Cuando Burón habla de los alumnos que estudian para aprobar recuerdo a algunos y mi encuentro con ellos. Me ubico retándolos para que de verdad aprendieran y pienso en su resistencia absoluta, en su soberbia. Recuerdo que me costó trabajo entender que no quisieran aprender a aprender; para ellos era suficiente quedarse donde estaban y se confundían pues para otros profesores ellos eran excelentes alumnos. Recuerdo que también me confundí y me costó trabajo entender y respetar su decisión.
Descubro que suelo plantearles el aprendizaje como cambio. Al final evalúo si hubo cambios de sus primeros a sus últimos trabajos. Veo también si comenzaron a observarse a sí mismos y a asumir la responsabilidad de su aprendizaje, aunque no tengo instrumentos de medición bien definidos, lo hago muy empíricamente. Para diseñar estrategias hay que observar qué y cómo lo hacen los estudiantes; ello me hace pensar en la importancia de las asesorías en el cubículo, es ahí en donde se posibilita más la observación. Concluyo que tengo trabajo por hacer.
Burón menciona que los profesores solemos creer que las estrategias dependen más del alumno que de nosotros y si no entendí mal, dice que es más nuestra labor. Difiero un poco. Creo que la aplicación de estrategias es una responsabilidad compartida. ¿De qué sirve que un docente diseñe mil y una estrategias si los estudiantes no las usan? Y no son únicamente responsabilidad de los docentes y de los alumnos. ¿Cuál sería la responsabilidad de la institución? ¿Cuál la de los administrativos y cuál la de los padres de familia? De acuerdo a lo que leíamos del pensamiento complejo, todos formamos parte de un sistema y del mismo paisaje educativo. Si un engranaje no funciona, la maquinaria se detiene; por ello, la metacognición no debe ser puesta en práctica sólo por docentes y estudiantes sino por todos los implicados en el proceso educativo. De poco servirá que sólo un grupo asuma su responsabilidad, pero es un buen comienzo.

miércoles, 23 de junio de 2010

Fragmento de Paulo Freire

“…la tarea del docente, que también es aprendiz, es placentera y a la vez exigente. Exige seriedad, preparación científica, preparación física, emocional, afectiva. Es una tarea que requiere, de quien se compromete con ella, un gusto especial de querer bien, no sólo a los otros sino al propio proceso que ello implica. Es imposible enseñar sin ese coraje de querer bien, sin la valentía de los que insisten mil veces antes de desistir. Es imposible enseñar sin la capacidad forjada, inventada, bien cuidada de amar”.
Freire, Paulo. Cartas a quien pretende enseñar. México:
Siglo veintiuno, 2009. p. 8.

martes, 15 de junio de 2010

Ya he mencionado antes que este es mi primer acercamiento al Pensamiento complejo, así que aprovecho las lecturas más recientes, dado que en varias retoman ideas abordadas en otras sesiones, para hacer un breve recuento acerca de lo que el seminario me ha llevado a reflexionar.
Hay ideas que resultan muy novedosas —como la de dar espacio a lo incierto en el asunto educativo, los bucles o la crítica al pensamiento científico, por citar sólo algunas— y otras que había escuchado o leído en sitios que no tienen que ver directamente con la complejidad —como la apuesta por las comunidades de aprendizaje o la necesidad de educar los valores y darle cabida a la esperanza y al amor en la educación—. Hay conceptos sencillos de comprender y otros que necesariamente tendré que estudiar mucho más.
De lo leído hasta ahora hay varias cuestiones que me parecen sumamente significativas: el llamado a la acción y a sacudirse la pereza de espíritu; el pedido para asumir la responsabilidad que a cada uno nos corresponde para con nosotros mismos y para con los otros en tanto somos sistemas insertos en otros sistemas; la crítica que hace Morin a la actitud soberbia de escritores, intelectuales y universitarios y la necesidad de volverse auto-reflexivos y conscientes del propio comportamiento.
Para mí estas cuestiones tienen un denominador común: sobrepasan lo puramente académico y tocan directamente asuntos personales. Creo que puede hablarse de un llamado hacia el cambio personal y eso hace del pensamiento complejo una idea provocadora, confrontadora. Cambiar no siempre es fácil, implica movimiento, pérdida de comodidad, dejar lo conocido, lo que nos protege.
El pensamiento complejo no resuelve nada a quien lo aborda, al contrario. Si estás dispuesto a ser provocado comienza a generarte dudas sin respuestas sencillas; algunas llevará años resolverlas y otras quizá quedarán sin solución. Hasta hoy he visto que el pensamiento complejo no es complaciente; te reta constantemente y pone en juego tus capacidades y tus incapacidades.
Veo ahora que tengo cierto grado de complejidad, no sólo por no ser sencilla, como ya se los había dicho, sino porque concibo el aprendizaje como cambio. Para mí cualquier espacio es un paisaje educativo que siempre me da la posibilidad de aprender: desde una conversación de lo más casual en un pasillo, hasta las experiencias gratas o ingratas.
Dice Morin: “El egocentrismo cultiva la self-deception, el autoengaño engendrado por la autojustificación, la autoglorificación y la tendencia a adjudicar a los demás, extraños o no, la causa de todos los males”. Ser responsable implica crecer, ser auto-reflexivo y vivir en la conciencia. Ello nos permite sabernos humanos y entender que trabajamos, vivimos y convivimos con otros humanos.
Retomo algo que le decía hace poco a Cristal en su blog: “Creo que los temores que tenemos al reconocer que algo no nos sale bien o que algo no sabemos viene de las viejas formas, que, dicho sea de paso, también creo que no están del todo mal. Y supongo que de eso se trata, de tomar lo que si nos sirve del antes, de nosotros mismos y de los otros, para crear un antimétodo propio que siempre podrá cambiar. Creo que a pesar de que los cambios nos pueden aterrar, son la mejor señal de que seguimos vivos...”
Si bien la reflexión acerca de nuestra práctica docente es el fin del seminario, me resulta sorprendente descubrir que el pensamiento complejo invita a revolucionarte de manera personal antes de pretender revoluciones externas.

martes, 8 de junio de 2010

A partir de lo visto hasta ahora en el seminario, sumándolo a las evaluaciones que los estudiantes hicieron del curso y al número de jóvenes que cubrieron la asignatura, sin duda concluyo que habrá que hacer algunos ajustes. Ya les decía de mi resistencia a usar estas nuevas tecnologías, algo cambiaré al respecto. También creo que una idea que comenzamos a trabajar Pedro y yo al principio del semestre podría dar buenos resultados, pero eso mejor lo comentaremos de viva voz.

viernes, 28 de mayo de 2010

Fragmento de Gabriel Cámara

"El encuentro del que desea genuinamente aprender con quien puede y desea genuinamente enseñar, como es lo ordinario en una relación tutoral, trasciende tema, edad, raza, clase, cultura, utilidad práctica, para situarse en un plano diferente en el que lo que predomina es la verdad -no hay lugar para el engaño- y la honestidad -se enseña lo mejor de lo que se sabe y se reconoce lo que se aprende. Más importante, se establece la empatía con el trabajo por partes iguales aunque con componentes distintos. El logro común, indivisible, se manifiesta como gratitud, gozo, orgullo, afecto. Limitada al trabajo en el que se aprende a aprender, la relación maestro y alumno es también escuela de equidad. no queda nada en el tutor que no comparta para ayudar al estudiante a entender, ni nada en el estudiante que no aduzca para lograrlo. La generosidad al limite, aunque acotada a la relación de aprendizaje, será obviamente la muestra suprema de equidad. En este plano diferente -por llamarlo de alguna manera- la generosidad no tiene precio, como corresponde a la virtud. La escuela, el sistema escolar, los horarios, los salarios, pasan a segundo término y se trabaja por gusto, gratuitamente. Otra vez el latín clásico recoge una verdad perenne: optima libera sunt; lo más valioso es gratuito; como enseñar y aprender con interés".

Cámara, Gabriel (Coord.). Enseñar y aprender con interés.
México: Siglo veintiuno, 2006. p. 179.