Foro Juan Rulfo

domingo, 28 de noviembre de 2010

Terminó el segundo seminario

Terminó ya el Seminario para la Reflexión Docente II y nuevamente quedo satisfecha de haber participado, pero debo decir que se complicó más que el primero. El semestre fue corto y accidentado y ello dificultó las lecturas. No todas las pude leer con la profundidad debida y algunas, por momentos, me resultaron repetitivas, aunque sirvió para comprender mejor asuntos abordados con anterioridad.
Recuerdo haber planteado en el cierre del primero que varios de nosotros quizá esperábamos recetas para mejorar nuestra práctica profesional, pero esta vez la sensación fue distinta. Supongo que vamos comenzando a cambiar paradigmas, fue más sencillo pensar las cosas como un proceso y no presionarme, ni a los jóvenes, con el cumplimiento cabal del programa de estudios.
Me quedo con cantidad de cuestiones por resolver: ¿Cómo lograr que los estudiantes se asuman a sí mismos como tales? Aunque evidentemente ahora considero al estudiante docente y al docente estudiante. ¿Cómo hacer que reflexionen su propio proceso en el poco tiempo que tenemos juntos? Dando por sentada la existencia del aula-mente-social y de la no finitud del proceso. ¿Cómo sembrar, al menos, una semilla que germine, a pesar de que no nos toque ver crecer la planta? ¿Será posible?
En el primer seminario me asombró la importancia que el Pensamiento Complejo atribuye al otro y en este me impresionó la selección del personal que hizo Morin en Plozévet pues consideró más que su currículo, su calidad humana. Me maravilla pues somos humanos trabajando con humanos, pretendiendo educarlos y transmitirles parte de nuestra experiencia, eso sin duda es una responsabilidad enorme y lo es más si contemplamos nuestra propia humanidad.
Y así pues, a pesar de lo accidentado del semestre y de lo complicado que resulta leer tanta teoría, debo decir que comencé a ver cambios; si bien estos no son tan rápidos como los que se perciben en talleres cuya intención es resolver asuntos prácticos e inmediatos, tengo la plena certeza de que serán más profundos e irán mucho más allá de lo meramente profesional. Vaya por eso mi eterno agradecimiento a Rocío pues sembró una semilla, espero logremos verla crecer juntas; vaya también un reconocimiento a los compañeros del seminario porque sus ideas, sus dudas y sus risas han contribuido a germinarme en este nuevo proceso.

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